
Resumen
- Brasil se encamina hacia un periodo crucial de cara a las elecciones presidenciales de 2026. El presidente Lula busca un nuevo mandato, aunque afronta desafíos políticos y económicos persistentes.
- El crecimiento de China e India ha eclipsado a Brasil en el universo de mercados emergentes. Sin embargo, el país ha cosechado ciertos éxitos. Es hoy el mayor exportador neto de alimentos del mundo y ha trabajado con empeño en diversificar sus socios comerciales.
- Los aranceles comerciales de Estados Unidos han golpeado con fuerza a Brasil. Un gravamen del 50% sobre las exportaciones de carne de vacuno y café hacia EE. UU. podría frenar la actividad económica y se ha convertido en un asunto clave de la campaña electoral. La posición de Lula se ha visto reforzada por la percepción de “injerencia extranjera”.
- A pesar de los obstáculos a corto plazo, Brasil y otros mercados emergentes siguen siendo selectivamente atractivos para los inversores. Vemos valoraciones interesantes y tendencias de apoyo adicionales.
La actualización de esta semana llega desde Brasil, cuya economía parece haberse quedado rezagada en el crecimiento de los mercados emergentes, superada por el auge de China e India. Pero Brasil entra en un periodo decisivo, tanto cultural como político. El año 2026 se perfila como un año clave, con la Copa Mundial de la FIFA (que se celebrará en Canadá, México y Estados Unidos) y con la Seleção sin ganar el torneo desde hace más de dos décadas, tras haberlo conquistado cinco veces en los 50 años previos a 2002. Más importante aún para los mercados financieros, ese mismo año habrá elecciones presidenciales, en un contexto en el que la votación anterior aún deja huella.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva, conocido como Lula, buscará la reelección en 2026. Se enfrentará a un candidato de derechas aún por determinar. En sus dos primeros mandatos, entre 2003 y 2010, tanto Brasil como Lula se beneficiaron del auge global de las materias primas. Lula fue uno de los líderes más populares del mundo y un referente de las economías emergentes. Al final de su segundo mandato, en 2010, la renta variable brasileña representaba más del 16% del índice MSCI Emerging Markets; hoy, tras la presión del ascenso de China e India, apenas alcanza el 4,4%.
Si bien el entusiasmo en torno a los emergentes y a Brasil se ha diluido, muchas de las tendencias que generaron tanta expectación siguen vigentes: materias primas, demografía, una clase media emergente y agricultura. Aunque las materias primas son cíclicas, Brasil se ha consolidado como una superpotencia agrícola: un país que pasó de convivir con el hambre a convertirse en el mayor exportador neto de alimentos del mundo. Hoy Brasil tiene más cabezas de ganado que habitantes y exportó más de 3 millones de toneladas de carne de vacuno en 2023.
Además, Brasil ha intentado (de manera acertada, a la vista de los acontecimientos) diversificar a sus socios comerciales: solo el 13% de sus exportaciones se dirige a EE.UU., frente al 28% que va a China. Y, volviendo al fútbol, sigue siendo el país que más futbolistas profesionales exporta: más de 3.000 en los últimos cinco años.
Nos encontramos ahora en un punto en el que la política y el comercio se entrelazan. Brasil se enfrenta al arancel más alto de cualquier país que comercie con EE.UU., algo irónico si se tiene en cuenta que Brasil mantiene déficit comercial con los norteamericanos. Además del arancel base global del 10%, el presidente Trump ha impuesto un recargo adicional del 40% a Brasil. La razón no es comercial, sino política: Trump alega una “caza de brujas” contra Jair Bolsonaro, expresidente de derechas, que pronto será juzgado por un supuesto intento de golpe de Estado tras perder las elecciones de 2022. Una condena podría enviarlo a prisión durante décadas. Esta percepción de injerencia estadounidense ha fortalecido el respaldo a Lula, quien puede culpar de cualquier debilidad económica previa a los comicios no a su incapacidad de aprobar presupuestos, sino a Trump y sus aranceles. Se estima que el impacto de los aranceles podría restar en torno al 0,4% del PIB este año.
Mientras tanto, la carne de vacuno y el café brasileños afrontarán ahora un arancel del 50%, mientras que el zumo de naranja queda exento, algo positivo considerando que el zumo de naranja brasileño representa el 70% de todo el consumido en EE.UU. Brasil es el principal proveedor extranjero para EE.UU. en estos tres productos agrícolas, y el 20% de toda la carne de vacuno consumida en EE.UU. procede de Brasil.
La duración y el alcance de estos aranceles dependen en gran medida del propio Trump, dado que, a diferencia de otros, no están destinados a reducir desequilibrios comerciales. Por su parte, Lula no piensa ceder frente a la “injerencia extranjera”, como él la califica, y está sacando rédito político de ello.
Entonces, ¿qué le espera a Brasil? Las tendencias positivas a largo plazo siguen intactas, pero en el corto plazo, el impacto de los aranceles de EE.UU. y el juicio del expresidente Bolsonaro parecen destinados a marcar la agenda a medida que se acercan las elecciones de 2026. Nuestra visión de arriba a abajo sigue siendo constructiva con respecto a los mercados emergentes en general. Muchas de las tendencias que entusiasmaron a los inversores hace más de 15 años siguen vigentes, y las valoraciones relativas frente a la renta variable de mercados desarrollados, junto con dinámicas de deuda más favorables y, en muchos casos, una política económica más ortodoxa, nos llevan a pensar que, una vez más, los emergentes pueden convertirse en un entorno más atractivo para los inversores. Especialmente para aquellos que busquen más allá del mercado estadounidense, todavía condicionado por la incertidumbre política y por la suerte de seis o siete grandes compañías tecnológicas.