
Las tensiones geopolíticas, la incertidumbre en torno a los aranceles y la desaceleración económica mundial tienen visos de marcar la segunda mitad de 2025. Nuestro Director Global de Inversiones analiza por qué la gestión activa y la inversión basada en el análisis son la mejor forma de sortear esta complejidad global.
Conforme nos acercamos al ecuador de 2025, la volatilidad está marcando el panorama de inversión. El primer semestre del año ha revelado múltiples lecciones importantes a los inversores que parecen destinadas a repetirse durante el resto del 2025 y más allá; entre ellas destaca la expectativa de inestabilidad, no solo en los mercados, sino también en los entornos geopolíticos y normativos que los configuran.
La persistente influencia de las políticas
Las relaciones entre las potencias mundiales y sus aliados de siempre se han vuelto menos predecibles. En Estados Unidos, la administración de Trump ha sido contundente con los aranceles al comercio (gráfico 1), lo que ha trastocado las relaciones y estructuras anteriores. Aunque las medidas propuestas suponen más un posicionamiento inicial que planes concretos, los comunicados preliminares por sí solos están generando unos efectos económicos reales.
Gráfico 1: los aranceles propuestos son elevados... y probablemente insostenibles
Tasa efectiva media de los aranceles de EE. UU. (media ponderada de todas las importaciones, %)
Fuente: Deutsche Bank, a 30 de abril de 2025.
Esto genera incertidumbre en las compañías. Por un lado, estamos viendo una reticencia a comprometerse con inversiones a largo plazo en vista de la ambigüedad normativa y, por otro, un adelanto del consumo y las compras de existencias en previsión de posibles aranceles, que a la postre podrían retrasarse o modificarse. Esta combinación de factores está distorsionando los indicadores económicos tradicionales, además de complicar las previsiones.
En nuestra opinión, intentar anticiparse o extrapolar a partir de decisiones políticas inciertas es un ejercicio vano. Tomemos, por ejemplo, los cambios en el calendario de las medidas comerciales: los aranceles se anuncian y luego se suspenden o se aplican de manera selectiva en función de las negociaciones bilaterales (esto queda perfectamente ilustrado con el acuerdo de 90 días suscrito entre Estados Unidos y China a mediados de mayo para reducir los aranceles de un 145%). Este tipo de ambigüedad de las políticas resulta especialmente problemático para la planificación y valoración de los negocios, y aumenta la prima de riesgo y enturbia el panorama de inversión. Aunque las perspectivas para la economía mundial apuntan a un crecimiento moderado del 2%-3% durante 2025 y principios de 2026, donde algunos mercados emergentes cobrarían impulso y las economías avanzadas se ralentizarían ligeramente, hay muchos factores que podrían alterar esta previsión.
Descifrar las señales económicas
El PIB nominal de EE. UU. viene deteriorándose desde finales de 2024 y se volvió negativo a principios de 2025. A primera vista, esto indica una contracción, pero la realidad es más compleja. El consumo se mantiene relativamente resistente y gran parte del deterioro puede atribuirse a los desequilibrios en el comercio y al calendario de compra de existencias, más que a un desplome generalizado de la demanda. Por ejemplo, el hecho de que los importadores se apresuraran a adelantar los envíos antes de que entraran en vigor los aranceles podría mostrarse como un repunte temporal en la actividad, seguido de una atonía, lo que distorsiona los datos del PIB.
El análisis de la actividad económica real y del consumo subyacente ofrece una idea de la economía más precisa. Incluso aquí, la incertidumbre en torno a la inversión y las políticas sigue frenando el gasto en bienes de equipo, lo que podría prolongar la desaceleración.
Aunque Estados Unidos ha registrado un trimestre de crecimiento negativo, el consumo se mantiene firme y el empleo aguanta, de momento. Creemos que el mayor riesgo es la estanflación, ya que esto supondría un importante reto para la Reserva Federal (Fed), dado su doble mandato de garantizar un crecimiento económico razonable y mantener a raya la inflación. Tendría menos incentivos para recortar los tipos en un entorno de estanflación, a pesar de la desaceleración económica. Se trata de una combinación delicada y peligrosa para los mercados.
Hallar oportunidades en un contexto de vaivenes en los aranceles
La volatilidad del mercado se ha disparado este año, especialmente tras los aranceles anunciados a principios de abril y los aranceles recíprocos que vinieron después. La renta variable sufrió una brusca corrección tras los anuncios de aranceles, para luego rebotar al final del mes al suspenderse algunos de ellos. A raíz de esta alteración, creemos que podrían surgir oportunidades a medida que se estructuren nuevos acuerdos comerciales, pero al mismo tiempo debemos reconocer la probabilidad de que se emitan nuevos comunicados, tanto positivos como negativos. Tal vez asistamos a rebajas de impuestos y una menor regulación, lo que podría ser positivo. Sin embargo, dado el carácter impredecible de este gobierno estadounidense, también es probable que debamos lidiar con algunas incógnitas desconocidas, y eso siempre es más difícil de manejar. Aún así, Estados Unidos está dispuesto a alcanzar acuerdos en materia de aranceles, lo que podría atenuar la volatilidad a medida que avance el año.
Básicamente, son dos caras de la misma moneda. Por un lado, unos aranceles más altos implica que los países exportarán menos a Estados Unidos y, en general, se encontrarán en una posición competitiva menos favorable. También habrá productos chinos que antes se destinaban a Estados Unidos pero que cambiaron de rumbo cuando los aranceles alcanzaron el 145%, y que probablemente acabarán en Europa. Ambas cosas tendrían repercusiones en Europa: sería negativo para las exportaciones con destino a EE. UU. y también por el aumento de las importaciones procedentes de China. Sin embargo, la otra cara de la moneda es que probablemente aumentará el gasto de Europa, que ha apostado por hacerse cargo de su propia defensa y seguridad. La relajación del tope de endeudamiento en Alemania es un cambio significativo y podría suponer un crecimiento en Europa superior al previsto anteriormente.
Replantearse la excepcionalidad y la globalización
El dominio de los mercados de capitales estadounidenses es un tema recurrente, pero en 2025 han surgido dudas sobre la continuidad de esta tendencia. Desde la incertidumbre creada por los aranceles hasta los cambios en la política mundial, los obstáculos a los que se enfrentan los activos estadounidenses se han intensificado. Entre tanto, el giro fiscal de Alemania ha abierto nuevas posibilidades de crecimiento en Europa.
Ahora bien, no podemos descartar tan pronto el dinamismo de EE. UU., ya que sigue siendo la gran economía más flexible y diversa del mundo, con unos mercados de capitales profundos y un ecosistema de innovación sin parangón. Aunque el discurso sobre la «excepcionalidad estadounidense» puede merecer una revisión, las fortalezas subyacentes del país se mantienen intactas.
La globalización, una tendencia que ha marcado las últimas décadas, está en retroceso. Ante la incertidumbre sobre los futuros regímenes arancelarios, las empresas se muestran reacias a ampliar su capacidad de producción en el extranjero. Esta incertidumbre ha acelerado el interés por la relocalización y el «friendshoring»: instalar las fábricas más cerca del país o en países con ideología política similar. Aún así, incluso esta estrategia tropieza con obstáculos: las compañías estadounidenses con centros de producción en un país próximo como México, con su mano de obra más barata, podrían haber dado por sentado que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (que engloba a Estados Unidos, México y Canadá) les ofrecería cierta protección. Sin embargo, la primera medida de Trump fue imponer aranceles a esos mismos socios comerciales. Hasta que se aclare la situación, es comprensible que las empresas se muestren reacias a comprometer capital, lo cual ralentiza la inversión mundial.
Ser selectivos importa
Durante este periodo de incertidumbre, nuestros equipos de inversión siguen siendo selectivos. En crédito, seleccionar las inversiones adecuadas ha dado frutos. Los diferenciales de crédito se estrecharon aún más en el transcurso de 2024 y, como equipo, adoptamos la tesis de que los riesgos podían aumentar, por lo que nos mostramos relativamente cautos. A comienzos de 2025 asistimos a una ampliación de los diferenciales de crédito, y las emisiones más flojas se quedaron rezagadas. Esto favoreció nuestras carteras, posicionadas en títulos de mayor calidad.
En renta variable, el panorama ha sido más dispar. Se ha producido un repliegue en las valoraciones de títulos de alto crecimiento, incluso en aquellos que registraban beneficios constantes, al tener más peso la incertidumbre macroeconómica que la calidad a corto plazo. No obstante, seguimos comprometidos con compañías que poseen balances sólidos, flujos de caja fiables y resiliencia operativa (gráfico 2). Estos fundamentales deberían prevalecer a lo largo del ciclo, especialmente a medida que más empresas revisen sus previsiones de beneficios en vista de la incertidumbre.
Gráfico 2: es improbable que se produzca un desplome de los beneficios, sobre todo de las empresas sólidas
Beneficios del consenso del S&P 500 por año natural
Fuente: Bloomberg, a 30 de abril de 2025.
También creemos que los temas de inversión estructural a largo plazo, como la adopción de la inteligencia artificial (IA), los avances en atención sanitaria y la transición energética, se mantienen intactos. Sin embargo, el ritmo al que avancen y el modo de manifestarse variarán según la región y orientación de las políticas. Por ejemplo, la transición energética en Estados Unidos avanzará más lentamente bajo el gobierno actual. La IA sigue adoptándose con mucha rapidez, aunque los casos de uso concretos y la magnitud de su impacto siguen siendo inciertos. No obstante, recurriremos al análisis fundamental de estos temas para detectar las oportunidades de inversión que presentan.
Oportunidades para los gestores activos
En un entorno marcado por la ambigüedad y los cambios vertiginosos, el valor de la gestión activa rara vez ha sido tan evidente. Los mercados reflejan los acontecimientos pasados, pero invertir consiste en anticiparse a lo que vendrá después. Para lograrlo eficazmente, se requiere un análisis riguroso, un posicionamiento meditado y la capacidad de distinguir entre tesis de alta y baja convicción.
En Columbia Threadneedle, nuestra apuesta por el análisis lidera nuestro enfoque, impulsa la construcción de carteras y genera oportunidades. En crédito, nuestro posicionamiento ha beneficiado a las carteras. En renta variable, nuestra apuesta por la calidad refuerza las estrategias para afrontar el recorrido potencialmente turbulento que se avecina. La diversificación, no solo por clases de activos sino también por áreas geográficas, sectores y estilos, sigue siendo vital.
Conclusión
La incertidumbre ha venido para quedarse. Ahora bien, si la crisis financiera mundial y la COVID-19 nos han enseñado algo, es el peligro de reaccionar de manera impulsiva con las carteras. Los inversores que vendieron movidos por el pánico normalmente se perdieron el repunte. Actualmente rige el mismo principio. La turbulencia provocada por los aranceles en abril sacudió brevemente a los mercados, pero las medidas se revocaron parcialmente días después.
De cara al resto del año, la incertidumbre exige ser selectivos y actuar con paciencia y disciplina. Nuestra labor como administradores de capital es asegurarnos de que nuestros clientes invierten en compañías capaces de capear el temporal y que seamos lo suficientemente ágiles como para aprovechar las oportunidades a medida que surjan.