
Los líderes mundiales están envejeciendo y los índices democráticos del mundo están cayendo. ¿Cómo pueden incidir en los mercados mundiales?
Un estudio de Deutsche Bank ha revelado que la edad media de los líderes mundiales ha aumentado con creces en el último decenio1. La edad media de los líderes del G20 es ahora de 64 años, cinco años más que hace diez años. Los líderes de los nueve países más poblados del mundo son aún más mayores, con una media de 76 años. Uno de los motivos es que los líderes no están abandonando su cargo.
Los líderes ancianos que se aferran al poder están contribuyendo a una deriva hacia la autocracia y, con ello, a un mayor potencial de desestabilización política y económica cuando acabe por llegar el cambio. Cuanto mayor es la agitación política, mayor es el potencial de volatilidad en los mercados financieros.
Las democracias, en retroceso
Tres indicadores independientes de la democracia mundial han retrocedido en los últimos años. La Unidad de Inteligencia de The Economist2 (EIU, por sus siglas en inglés) ha calculado los índices de democracia de más de 160 países desde 2006. Su investigación reveló que, en 2024, el 61% de 137 países habían empeorado su puntuación con respecto al año anterior, y solo el 22% la habían mejorado.
En segundo lugar, el V-Dem Institute concluyó en 20243 que la ola de auge de la autocracia «no está llegando a su punto álgido, ni siquiera está ralentizándose». Se calculó que, por primera vez en más de veinte años, hay menos democracias (88) que autocracias (90) en el mundo.
Por último, en tercer lugar, el Índice de Transformación Bertelsmann4 muestra una tendencia similar. Su barómetro de democracias frente a autocracias ha oscilado casi un 10% hacia las autocracias en solo cuatro años, lo que significa que su índice también muestra que las autocracias superan en número a las democracias.
Parte de esta tendencia se debe a las restricciones relacionadas con la COVID-19 impuestas en 2020. El fin de los confinamientos no ha supuesto el retorno a los niveles anteriores en muchos países situados en la parte inferior de la tabla de clasificación democrática.
Esta tendencia mundial también presenta un elemento de contagio inherente: los países autocráticos son más propensos a interferir en el proceso electoral de otras naciones. A medida que la puntuación de Rusia ha disminuido, parece haber emprendido una línea de injerencia electoral con mayor regularidad y en un mayor número de países5. Estas acciones repercuten en la puntuación del país que ha sido víctima de la intromisión, lo que contribuye al descenso generalizado de las puntuaciones democráticas a escala mundial.
¿Existe alguna relación y cuáles son las implicaciones?
Hay indicios de que algunos líderes de edad avanzada están llevando a sus naciones hacia la autocracia para conservar su propio mandato. China, Rusia, Turquía, la India e Irán son ejemplos de países en los que los gobernantes que llevan mucho tiempo en el poder exhiben índices de democracia en constante deterioro. Cuanto menor sea la puntuación, más fácil será para el líder controlar las riendas del poder y afianzar su mandato.
Recientemente, en el Financial Times, Gideon Rachman observó que cuanto más tiempo permanece en el poder un «gobernante fuerte» (que suelen ser hombres), más difícil es para el país resistirse al avance de la autocracia6. Destacó específicamente que este tipo de gobernantes aprovechan su prolongado mandato para intentar controlar los medios de comunicación, domesticar al poder judicial y someter al ejército. En resumen, afianzar su posición.
Debemos preguntarnos qué sucederá cuando acabe por llegar el cambio. Puede que los líderes autocráticos logren impedir un cambio por medio de las urnas, pero inevitablemente su reinado llegará a su fin en algún momento.
¿Qué pasará entonces?
Es menos probable que haya una planificación de la sucesión en un país autocrático que en una democracia. La historia nos muestra que los líderes fuertes prefieren un clima de incertidumbre en torno a la sucesión por temor a socavar su posición dominante. La consecuencia es que, cuando llega el cambio, mayor es la probabilidad de que se trate de una ruptura importante.
Un cambio de liderazgo en países como Rusia, China, Irán, Turquía y (quizás) la India podría precipitar luchas internas, un periodo de incertidumbre e incluso la intervención de terceros países.
¿Deberíamos inquietarnos también por la planificación de la sucesión en países que tienen puntuaciones cada vez peores, pero que actualmente no se encuentran en la categoría autocrática? Quizás.
Entre los países que han pasado de ser democracias a democracias defectuosas, según el sistema de puntuación de la EIU, en los últimos diez años se encuentran Francia y Estados Unidos. Italia ya lleva tiempo clasificada dentro de esta categoría. En los tres países, las elecciones se han vuelto más conflictivas. En Francia e Italia, los nuevos partidos y agrupaciones políticas apuntan a unos resultados electorales menos predecibles, y la posibilidad de una salida del euro, o incluso de la Unión Europea, son temas de debate. Además, se puede argumentar que un empeoramiento de los resultados en Francia o Italia podría aumentar la probabilidad de una futura injerencia electoral por parte de Rusia, China o incluso Estados Unidos. Es un círculo vicioso.
El descenso de los índices de democracia en todo el mundo refleja la posibilidad de que se produzcan cambios de régimen traumáticos cuando finalmente se produzca la sucesión. En este contexto cada vez más incierto, la probabilidad de que se produzcan perturbaciones en los mercados financieros de cara al futuro será mayor.
El entorno actual aboga por una gestión activa de los activos y por estrategias de renta fija que utilicen un amplio universo de inversión y sean independientes de los índices de referencia. Esperamos identificar oportunidades para aprovechar la volatilidad en los niveles de rendimiento, la forma de la curva, los diferenciales entre mercados, los diferenciales de swap y las divisas. En nuestra opinión, ahora estamos en un momento interesante para los gestores que cuentan con una trayectoria probada en el ámbito de la deuda agregada mundial.