
Por suerte, el periodo navideño resultó relativamente tranquilo, así que este mes constituye una oportunidad para mirar hacia adelante más que analizar los últimos acontecimientos
Dicho esto, los últimos días nos han ofrecido una pista sobre algunos de los temas clave que nos deparará el año, entre los que despunta el notable ruido político procedente del presidente entrante Donald Trump, quien podría tener entre sus apuestas para 2025 la anexión de Canadá y la compra de Groenlandia por parte de Estados Unidos. Asimismo, hemos presenciado un repunte en los rendimientos de los bonos conforme los inversores lidian con unas perspectivas de inflación y crecimiento en un entorno de ingentes niveles de endeudamiento público, lo que implica que los Gobiernos están atravesando dificultades a la hora de equilibrar las decisiones en materia fiscal y de gasto.
2025 se revela como un año con un amplio abanico de posibles desenlaces en la economía, la política y los mercados financieros. Si echamos un vistazo a los pronósticos del resto de analistas para 2025, parece haber un consenso alarmante, ya que el año sería satisfactorio para la economía estadounidense, mientras que Europa y el Reino Unido mostrarían flaqueza y, a falta de estímulos considerables, también China defraudaría. El problema estriba en que, cuando existe un acuerdo general, algo más está por ocurrir y, en lo que respecta a 2025, resulta fácil esgrimir argumentos optimistas y pesimistas.
2025: el escenario optimista
- Resultados favorables al mercado de la presidencia de Trump, que haría bueno el dicho de «perro ladrador poco mordedor» y que utilizaría el ruido sobre los aranceles más como una herramienta para las negociaciones que como una política en firme.
- Noticias políticas positivas desde el Viejo Continente, quizás cierto pragmatismo por parte de Alemania en cuanto a la deuda pública.
- Reaceleración de la economía en China por los estímulos.
- Los mercados de renta variable mantienen su impulso con unas valoraciones que no son extremas y un crecimiento de los beneficios que persiste y se expande.
- Prevalece cierta paz en Ucrania.
- Los bancos centrales pueden recortar aún más los tipos de interés a medida que se disipan las inquietudes en torno a la inflación.
2025: escenario pesimista
- Guerra comercial desencadenada por los aranceles de Trump.
- Coyuntura económica de estanflación.
- China no logra salir del estancamiento.
- Persistencia del bloqueo político en Europa.
- Los bancos centrales no pueden acometer recortes de tipos por la persistencia de la inflación, lo que supone un entorno mucho más complicado para los mercados financieros.
Hay pocas probabilidades de que el año sea tan transparente: el resultado final del año podría situarse en algún punto intermedio entre estos escenarios, y bien podría surgir algunas sorpresas por el camino. Ahora pondremos el foco en algunos de los puntos clave y su posible impacto.
¿Podemos predecir lo que deparará un Gobierno Trump 2.0?
Hace apenas dos semanas que se celebró la investidura del presidente Trump y ya se lleva especulando desde noviembre sobre lo que nos podría deparar un Gobierno Trump 2.0. Por lo ocurrido en su anterior mandato, sabemos que Trump puede alterar los ánimos del mercado con tan solo una publicación en las redes sociales, aunque el mercado bursátil, de igual manera, puede influir en un presidente que, en su primer mandato, veía la rentabilidad del mercado como un barómetro de su éxito. Otra conclusión extraída del primer mandato de Trump es que habrá ocasiones en que los mercados reaccionarán de forma exagerada a los comentarios de Trump, ya que lleva cierto tiempo separar el ruido de la materialización de las políticas. La diferencia es que el Trump de 2016 no estaba preparado para el cargo, pero esta vez ya sabe lo que hace, lo que, por suerte, significa que algunas de las grandes preguntas sobre su política se responderán antes de lo que pensamos. Las cinco grandes preguntas sobre los aranceles resultan muy difíciles de responder, ya que no sabemos si estos serán del 10% o del 100%, o en qué ámbito se impondrán, aunque queda claro que Trump considera que los aranceles representan una herramienta de negociación útil para que los demás líderes del mundo se sienten a dialogar. A Trump le encanta negociar y alcanzar acuerdos, así que, al igual que ocurrió la última vez, podríamos asistir a un escenario de mucho ruido y espectáculo en que, en última estancia, se podrían llegar a acuerdos y consensos.
Resulta muy fácil buscar argumentos positivos o negativos sobre los posibles desenlaces de una presidencia de Trump, aunque lo que sí sabemos es que la suma de la victoria aplastante del partido republicano en el Congreso y un Tribunal Supremo de corte republicano implica que el Gobierno dispone de un vasto margen para implementar políticas. La incertidumbre política es elevada, aunque sabemos que Trump está dispuesto a recortar los impuestos, incrementar el gasto y recurrir a los aranceles como arma política y económica.
La presidencia de Biden llega a su fin con el consumo estadounidense gozando de una salud razonable gracias al sólido crecimiento de los salarios y a la caída de la inflación, aunque es indudable que el recuerdo de la inflación de los últimos años les costó caro a Kamala Harris y a los demócratas en la cita con las urnas. Ahora bien, los hogares estadounidenses, favorecidos por un mercado laboral robusto, por los pagos de la COVID-19, que atenuaron las perturbaciones inflacionistas, por el impacto positivo de la inflación de los precios de la vivienda y por el efecto riqueza de dos subidas consecutivas del 20% en el S&P 500, se encuentran en una situación bastante decente.
¿Tendrá un respiro el Viejo Continente?
El año pasado, la renta variable europea cosechó unas sólidas rentabilidades a pesar de la falta de dirección y liderazgo políticos, el lento crecimiento económico, la persistente rémora de los precios de la energía derivada de la guerra de Ucrania, la creciente preocupación por los niveles de deuda pública y la continua situación de deterioro del sector manufacturero. Habida cuenta de que el conflicto de Ucrania podría encaminarse hacia un punto de inflexión, cabe preguntarse si podemos esbozar un mejor panorama para Europa. Podría ser. Por lo menos, existe cierto margen para superar unas expectativas nada halagüeñas.
En Francia, el nuevo Gobierno parece contar con unos cimientos algo más estables que el del breve mandato de Michel Bernier, al tiempo que Alemania va camino de celebrar comicios el próximo mes, en los que presenciaremos cómo todos los principales partidos basarán sus campañas en aligerar la carga de la deuda que ha constreñido con creces las finanzas públicas del país teutón desde la crisis financiera. Se acogerá de muy buen grado un poco más de estabilidad política en Francia y en Alemania en un momento en que Europa afronta desafíos ante un Gobierno estadounidense bajo la batuta de Trump, aunque ya hemos constatado en tiempos pasados que el Viejo Continente es más pragmático y decisivo en términos de formulación de políticas cuando se enfrenta a tales desafíos. También contamos con el respaldo del Banco Central Europeo en forma de algunos recortes más de tipos y de un fondo de recuperación pospandemia del que solo se ha gastado una menor parte. Asimismo, Europa podría sacar partido de los posibles estímulos de China que catapultarían la demanda. Cabe reseñar también que muchos países europeos que se vieron castigados de forma notable desde el punto de vista económico y político durante la crisis de deuda soberana de hace una década, como España, Portugal, Grecia e Irlanda, ahora están disfrutando de un robusto crecimiento y una salud fiscal mucho mejor que la de sus homólogos.
¿Puede China convertir los obstáculos en oportunidades?
El gigante asiático sigue afrontando notables obstáculos por unos problemas cuya raíz parece hallarse en el mercado inmobiliario, en el que sigue habiendo 79 millones de inmuebles sin ocupar o sin vender. La confianza de los consumidores se encuentra en niveles irrisorios y la tasa de ahorro es muy alta, muy por encima de los niveles anteriores a la pandemia. China también se enfrenta a escollos a largo plazo provenientes de una población en retroceso y de la caída de la población en edad de trabajar. El presidente Xi ha insinuado en repetidas ocasiones que el Gobierno está avanzando hacia un mayor estímulo económico, y sus comentarios de septiembre propiciaron el repunte de más de un 30% de la renta variable china en tan solo siete días. Ahora bien, esta revalorización en los mercados se difuminó por los miedos a que tenga lugar un estímulo de carácter más incremental en vez de un bombardeo de medidas políticas.
Al igual que en otros lugares, el presidente Trump también desempeña un papel en esta situación, en el sentido de que unos aranceles significativos sobre China bien podrían aumentar las posibilidades de que el gigante asiático acometa unos estímulos de mucha mayor envergadura, ya que sus autoridades no desean ser vistas como las «perdedoras» de una guerra comercial.
¿Podrá encontrar el Reino Unido su talismán económico?
En el Reino Unido, el ambiente ha cambiado bastante en los últimos meses, con un mal arranque para Keir Starmer y unos primeros seis meses difíciles para el nuevo Gobierno. El Gobierno laborista llegó al poder reconociendo los retos fiscales futuros, aunque también se puso como objetivo un crecimiento del 2,5% anual, impulsado por el aumento del gasto del sector público y las reformas de la oferta, sobre todo en el sector de la planificación urbana. Sin embargo, el crecimiento económico se ha estancado, la confianza empresarial muestra debilidad y la confianza del consumidor sigue revelando fragilidad, a medida que el consumo se recupera de un periodo de notable inflación como no se había observado en 30 años. El legado fiscal del Gobierno anterior limitó en todo momento la capacidad del nuevo Gobierno para modificar con rapidez la narrativa económica, aunque el presupuesto de octubre, en el que se constatan considerables subidas de impuestos a las empresas, ha incidido de forma negativa en la inversión y en las intenciones de contratación. El presupuesto tampoco logró convencer a la Oficina por la Responsabilidad Presupuestaria (OBR, por sus siglas en inglés) para que modificase sus expectativas de crecimiento, lo que implica que el ministro no cuenta en estos instantes con demasiado margen para relajar la política fiscal de cara al futuro.
Aunque el Gobierno ha prometido no repetir el presupuesto de octubre en lo que respecta a nuevas subidas de impuestos, la inflación británica podría mantenerse rígida, ya que las empresas trasladan a los consumidores las consecuencias de los incrementos en las cotizaciones de la Seguridad Social y en el salario mínimo, lo que a su vez significa que el impacto potencial positivo de los recortes de los tipos de interés se verá restringido, ya que el Banco de Inglaterra tendrá, a buen seguro, un margen limitado para acometer rebajas en los tipos mucho más en un contexto en el que la inflación permanecerá por encima del objetivo.
¿Cuáles son los planes futuros de los bancos centrales?
Las turbulencias inflacionistas del periodo entre 2021 y 2023 se están quedando fuera de la ecuación, al acercarse la inflación al 2% en Estados Unidos, el Reino Unido y la zona euro. No obstante, las cifras proporcionadas en recientes fechas muestran un nuevo repunte, ya que los efectos de base de las caídas en los precios de la energía quedan fuera del cálculo, y el persistente crecimiento de los salarios y la inflación de los servicios provocan que la inflación se mantenga por encima de los objetivos de los bancos centrales.
Asimismo, cabe recordar que el IPC se expresa en términos interanuales. Cuando se consideran a nivel de índice, los datos ponen de relieve cómo los precios resultan más altos bajo una óptica estructural. De acuerdo con las cifras de Bloomberg, hace cinco años, el IPC en el Reino Unidos se situaba en la cota de 106, mientras que a finales de noviembre se hallaba en el nivel de 135. Si se considera la inflación de este modo, se pone de relieve por qué los consumidores han tenido dificultades en muchos lugares para afrontar semejante ajuste en un corto espacio de tiempo. En cualquier caso, los bancos centrales se fijan como objetivo la inflación interanual y, dada la diferencia positiva entre los tipos de interés y la inflación (aunque esta no se sitúe en el objetivo), cabría esperar nuevos recortes de tipos a lo largo de este año. Sin embargo, no pasará demasiado tiempo antes de que los bancos centrales adopten una actitud del tipo de «esperar a ver qué pasa».
En Estados Unidos, el crecimiento sigue mostrando robustez y se avecina una importante incertidumbre política bajo la nueva Administración Trump, gran parte de la cual podría revestir un carácter estimulante y/o inflacionista. En la actualidad, se prevé que la Reserva Federal acometa dos recortes en el transcurso del año, aunque esta opinión podrá cambiar y, en el caso de hacerlo, puede que no guste a los mercados. En el Reino Unido, la obstinada inflación podría constreñir la capacidad del Banco de Inglaterra para recortar aún más los tipos, pero parece plausible que se produzcan otras rebajas de 50 puntos básicos de aquí a finales de año. Dadas las menores presiones inflacionistas y un contexto económico más débil, resulta más probable que la zona euro experimente un mayor número de recortes de tipos a lo largo del año.
Un entorno positivo, pero con mucha incertidumbre.
En resumen, existe un amplio abanico de posibles desenlaces en 2025: el entorno es incierto, pero con unos tipos de interés aún más bajos, unas compañías en buena forma y unas valoraciones que, aparte de unos pocos valores, no parecen extremas, hay margen para nuevas subidas en los mercados. No obstante, pueden surgir muchos obstáculos en el camino y la mayor incertidumbre gira en torno a la política.
Estamos en un camino gradual en el que el mundo se está bifurcando cada vez más entre EE. UU. y China, y estamos presenciando una inversión de las tendencias de la globalización y un rápido replanteamiento de las tendencias de la cadena de suministro reinantes en la era anterior a la pandemia. Los países tienen que reflexionar sobre la manera en la que responderán a los aranceles: si negocian, toman represalias o intentan mitigarlos mediante estímulos internos.
Como de costumbre, nuestras opiniones pueden cambiar y cambiarán, y estos comentarios relativos a las perspectivas suelen tener muy poca vida útil, y quizás aún menos este año por la inminente entrada de Trump en la Casa Blanca. Nuestra postura actual sigue siendo ligeramente positiva, ya que seguimos sobreponderando la renta variable e infraponderando el efectivo. Mostramos una actitud neutral en los bonos, entre los que otorgamos prioridad a los de alto rendimiento, seguidos de los bonos con calificación investment grade, frente a la deuda pública. En el plano regional, no tenemos grandes preferencias por ahora más allá de la sobreponderación de la renta variable de Estados Unidos, país en el que, a pesar de las magníficas rentabilidades, apreciamos menos vientos en contra en que en otros sitios por lo pronto.
Fuente: Columbia Threadneedle Investments, a 9 de enero de 2025.