
En resumen
Los consumidores y compañías estadounidenses están sintiendo la presión de la subida de los tipos y de los aranceles, pero la actividad económica básica se mantiene. Los datos envían señales dispares, pero sin llegar a una contracción
Aunque los aranceles han supuesto fricciones para el comercio, han provocado un reajuste y políticas de respuesta, lo que genera obstáculos a corto plazo y oportunidades a más largo plazo
En Europa, una integración más profunda, un mayor énfasis en la competitividad y una reducción de las barreras comerciales internas podrían favorecer el comportamiento de la renta variable a largo plazo
A principios de 2025, manteníamos una postura a favor de todos los mercados. Pero la inclinación de la pendiente de la curva («bear steepening») en el mercado de bonos supuso una señal peligrosa. Su significado quedó claro: el dólar, que suele beneficiarse de las tensiones en el comercio mundial, se ha depreciado y el mercado de renta variable estadounidense, habitualmente más aislado de las crisis comerciales que Europa, se ha rezagado. Los valores tecnológicos estadounidenses, que venden servicios y no bienes y están, por lo tanto, más protegidos de los aranceles, son los que peor se han comportado. Si bien el desencadenante de la corriente de ventas fueron las políticas comerciales del presidente Trump, la causa de los movimientos del mercado hay que buscarla en unas tendencias que ya venían gestándose desde antes: diferencias de valoración, divergencias en las políticas monetarias y fiscales, una desaceleración en Estados Unidos y la narrativa de la inteligencia artificial (IA) en crisis.
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¿Cómo afrontará Estados Unidos la crisis de consumo? ¿Qué están haciendo las políticas comerciales a nivel nacional e internacional? ¿Qué implicaciones podría tener esto para la estructura de Europa?